Ilustró un billete de 50 francos, inspiró a modistos, da imagen a una firma de merchandising e incluso dentro de muy poco tendrá un parque de atracciones. No estamos hablando de la última celebridad de Hollywood que ha ganado un Oscar. Nos referimos a uno de los personajes más queridos de la literatura. Por supuesto estamos hablando de El Principito, la novela atemporal de Antoine de Saint-Exupéry de éxito mundial y que nos servirá de hilo conductor para el tema de la semana de Qualitas Auto siempre con nuestro enfoque particular, en el que conoceremos los entresijos de esta novela corta así como sus curiosidades y toda la leyenda que encierra a El Principito (editado en 1943), un libro que se dice que es el que más copias tiene sólo por detrás de La Biblia y de El Capital de Marx.

billete 50 francos El Principito.

La fama de El Principito es tan grande (y tan merecida) que en Francia, país de origen de su autor, se editó este billete de 50 francos. Foto: Dominio público.

El Principito, el hijo de un aviador

No es de extrañar que la casa de El Principito esté en el cielo, en un pequeño asteroide para mayor concreción. El padre creador de El Principito, Saint-Exupéry además de escritor fue aviador militar que se llevó el mérito de la medalla de la Legión de Honor. Los altos vuelos están muy presentes en la novela, de hecho al inicio de la misma el narrador, que es un aviador que ha sufrido un accidente con su avioneta en el desierto de El Sahara se encuentra en este desolado paraje con un misterioso personaje, un niño que dice ser príncipe de su asteroide B-612. Este comienzo es autobiográfico, ya que estuvo inspirado en un accidente real que tuvo el propio Saint-Exupéry en un desierto de Libia un 30 de diciembre de 1935… ¿Adivinan qué desierto era? Exacto, se trataba de la parte libia de El Sahara. Sin embargo en el escenario real Saint-Exupéry estuvo a punto de perder la vida, ya que con su avión destrozado, él y su copiloto estaban perdidos en el desierto y con escasas provisiones. Aguantaron 3 días enteros hasta que no pudieron más. Los dos hombres se tumbaron en el suelo abrasador para dejarse ir justo cuando apareció un beduino que les salvó la vida.

accidente de avión.

La increíble foto de Saint-Exupéry justo tras su accidente en el desierto de El Sahara. Foto: Wikipedia Commons (dominio público).

El valor de El Principito

Esta sencilla e intimista obra ha sido traducida a 250 idiomas y es considerado el mejor libro francés del siglo XX. No es de extrañar puesto que El Principito es un aplauso a la creatividad y a las cosas importantes de la vida como la amistad y el mundo de la inocencia.

Sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos” Antoine de Saint-Exupéry.

La filosofía de El principito cultiva los detalles de la existencia y aplaude la imaginación de los niños contra el mundo cuadriculado de los mayores. En el pequeño asteroide donde vivía el protagonista sólo había 3 volcanes y plantas buenas (como la rosa que El Principito se esfuerza por cuidar) y los baobabs que con sus raíces pueden destruir el asteroide.

Simbolismo de El Principito

La importancia de estos baobabs es muy grande, pues suponen una metáfora simbolista que los compara con uno de los mayores conflictos de los tiempos de Saint-Exupéry: El nazismo y su intento por dominar el mundo. De El Principito se han hecho obras de teatro, películas de animación, con actores, y de sus numerosísimas ediciones se han sacado más de 200 portadas diferentes. Ah, por cierto, las ilustraciones de El Principito son trabajos en acuarela de su propio creador: Antoine de Saint-Exupéry.

Siguiendo con el simbolismo de esta obra que puede ser clasificada como infantil pero que tiene tanta verdad que no puede ser limitada a un solo público, se dice que la rosa que El Principito se afana en preservar está inspirada en la mujer de Saint-Exupéry, Consuelo, una salvadoreña con la que mantuvo una tormentosa relación. En el libro hay un momento en el que dice que El Principito abandonó su lugar de origen porque “esa rosa le estaba ocupando demasiado tiempo y ella estaba siendo muy egoísta”. Si a esto además le añadimos que en el asteroide había 3 volcanes… y que El Salvador (el país real de Consuelo) es conocido como “La tierra de los volcanes”, no nos costará mucho sumar dos más dos y ver que esta obra tiene un profundo (pero oculto) componente autobiográfico.

La misteriosa desaparición de Saint-Exupéry

El escritor de El Principito ha pasado a la historia. Existen asteroides con el nombre de Saint-Exupéry en honor al escritor. También en los mapas celestes hay lunas y asteroides con el nombre de Petit-Prince o B-612 (nombre que se le da en la novela al asteroide-hogar del pequeño príncipe). Sin embargo algo que también ha pasado a la historia y al imaginario popular fue la misteriosa desaparición de Saint-Exupéry. En 1994 el aviador estaba realizando una misión de reconocimiento sobre el Mar Mediterráneo. Año 1944: la Segunda Guerra Mundial aún azotaba el mundo, y un 31 de julio durante ese vuelo fue la última vez que se vio a Saint-Exupéry. Iba a bordo de un P-38 Lightning y desde entonces no se supo ni de él ni de su avión. Tiempo después aparecieron restos de naves que podrían ser las de Saint-Exupéry o de su P-38, pero la incógnita de si se trataba de sus restos permaneció latente durante más de 50 años. ¿Seguiría vivo en algún rincón del mundo? La duda se despejó cuando en 1998 un pescador halló un brazalete de plata con los nombres de Saint-Exupéry y su esposa Consuelo. 2 años después unos buzos encontraron por casualidad los restos de un P-38 Lightning agujereados por munición alemana. Era el avión que llevaba a Saint-Exupéry.

Muchos durante años creyeron, utilizando parte de la ilusión y la fantasía de la novela que nos ocupa, que Saint-Exupéry había volado hasta el asteroide en el cielo para encontrarse con su amigo El Principito. Lo que es seguro es que en Qualitas Auto tenemos la certeza de que tanto Antoine de Saint-Exupéry como su obra maestra son dignos de vivir en nuestro recuerdo.

Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que algún día, cada uno pueda encontrar la suya”. Antoine de Sait-Exupéry.